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lunes, 26 de agosto de 2013

SOBRE EL ROCK



“…la música rock apela solamente al deseo sexual…no al amor, no al eros, sino al deseo sexual rudimentario y sin cultivar. Identifica las primeras emanaciones de la emergente sensualidad de los niños, y se dirige a ellas seriamente, estimulándolas y legitimándolas, no como pequeños capullos que sea preciso cuidar esmeradamente para que se conviertan en esplendorosas flores, sino como si fueran ya lo definitivo. El rock da en bandeja de plata a los niños, con toda la autoridad pública de la industria del espectáculo, todo lo que sus padres solían decirles que debían esperar hasta que fuesen mayores y comprendiesen para obtenerlo.

Los jóvenes saben que el rock tiene el ritmo de la cópula sexual. Por eso es que el Bolero de Ravel es la única pieza de música clásica que generalmente conocen y que les gusta. En alianza con algún arte auténtico y con mucho seudoarte, una industria enorme cultiva la afición al estado orgiástico de sensaciones relacionadas con el sexo, suministrando un constante torrente de nuevo material para apetitos voraces. Jamás hubo una forma artística dirigida tan exclusivamente a los niños.

Contribuyendo a la excitación y al compás de la música catártica, las letras de las canciones celebran el amor romántico, así como atracciones polimorfas de diverso tipo, y las fortalecen contra el ridículo y la vergüenza tradicionales. Las palabras describen implícita y explícitamente actos corporales que satisfacen el deseo sexual -y los tratan como su única culminación natural y rutinaria- a niños que aún no tienen la más mínima idea del amor, el matrimonio o la familia. Esto ejerce un efecto mucho más poderoso que la pornografía sobre los jóvenes, que no necesitan ver a otros hacer obscenamente lo que tan fácilmente pueden ellos hacer por sí mismos. El voyeurismo es para viejos pervertidos; las relaciones sexuales activas son para los jóvenes. Todo lo que necesitan es estímulo”.

Allan Bloom: El cierre de la mente moderna, Plaza & Janes Editores S.A., Barcelona 1989, pp.75-76.

Blog Catapulta, 05/01/2008.