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lunes, 19 de agosto de 2013

BACH Y PINK FLOYD - V




R.P. Bertrand Labouche

BACH y PINK FLOYD

Breve estudio comparativo de la música clásica y la música rock




Se limita, en general, a tres o cuatro acordes, que vuelven sin cesar.(1) La facilidad técnica es una constante en el rock. ¿Por qué entonces esforzarse en la armonía si lo esencial es dado por el ritmo? La guita­rra (clásica) es un instrumento difícil que supone un trabajo asiduo; la pieza Asturias, de Albéniz, ¡no se aprende de un día para otro tocando algunos acordes!

¿Cuáles son los acordes del “rock”?
Consultemos uno de estos métodos básicos concebidos para los roc­keros principiantes.
• Estos acordes, tres, son exclusivamente acordes de 7a: Mi 7a, la 7a, si 7a. ¡Interesante! El acorde de 7a es utilizado en música clásica como un acorde de transición, resuelto por un acorde consonante, según una tonalidad predefinida; en sí menor, en re mayor, etc. En el caso del “rock”, se trata de los acordes fundamentales. Esto es una abe­rración musical. Por supuesto, todas las piezas de “rock” no utilizan necesariamente el acorde de T, pero estos acordes constituyen la base del “rock”.
Es claro que el efecto de estos acordes, siendo disonantes, de esta constante desarmonía, será una impresión de tensión continua, de malestar, de inestabilidad, de vacío en el alma, de frustración. La sen­sibilidad no tendrá un instante de reposo, especialmente si el acorde final será a menudo un acorde de 7a, como en el caso del blues.

• Otro tipo de acordes(2) es de aquellos compuestos por dos notas (por ejemplo mi-si), alternados y repetidos con otra nota (fa#), tocado por el dedo meñique de la mano derecha, mientras se pega al ritmo.

• Es de notar igualmente que en la guitarra de rock, siendo eléctri­ca y llevada a un volumen muy alto, los acordes son reducidos a tres o en algunos casos a dos notas tocadas simultáneamente; esto es más fácil que tocar el acorde completo sobre cinco o seis cuerdas. Esto trae como consecuencia un empobrecimiento de la armonía, constituida por acordes incompletos, ahogada por el volumen y por otros procesos que veremos más abajo.
Imaginen un guitarrista de flamenco que sólo tocara acordes de dos notas: sería aburrido como la lluvia y no tendría nada que ver con el fla­menco, un arte difícil que no se puede satisfacer con una técnica tan limitada.

Resumamos: La armonía en el “rock” tomado en general, consiste y se limita al uso de acordes esencialmente disonantes o empobrecidos, en número restringido y repetidos incansablemente.(3)

La melodía

En un 99% de los casos, es de una alucinante pobreza. Este ele­mento esencial del arte musical no es importante en el “rock”. La reina de la música no es más que una miserable sirvienta. He aquí dos ejem­plos, que no son de los peores casos:
- El título de la canción “Goin’down” de los “Monkees” se repite ochenta y cinco veces en dos minutos.
- Igualmente el de la canción "Cheap thrills” de “Rubén and the Jets”, se repite treinta y seis veces en ciento cuarenta segundos.
A menudo, la melodía de una pieza de “rock” no llega a un punto terminal; el final no es preparado, pues no hay nada para preparar. La conclusión se hará en una explosión de ruido o, en muchos casos, con­sistirá en repetir una frase o una serie de notas.
Una disminución progresiva del volumen, si escuchan un disco, o los gritos de histeria del público terminarán por interrumpir la pieza de “rock".
En el “rap”, la melodía acaba por desaparecer completamente, tra­gada por el ritmo: el cantante dice un texto (no hablamos aquí acerca de su calidad y de su vocabulario particularmente escogido) siguiendo el ritmo y sus síncopas. El grupo “Eminem” es uno de los principales representantes del “rap”, nueva forma de “rock” muy apreciada actual­mente.
Estas “melodías” embrutecedoras, escuchadas muchas veces por los jóvenes, gritadas a sus oídos por sus “walkman”, ¿obtendrán el mismo efecto que una Serenata de Schubert, un Choral de Bach o un motete de Mozart?
Una melodía noble ennoblece, una melodía pacífica otorga paz, una melodía pobre hace brutos.

Efectos especiales

Son necesarios para compensar un conocimiento insuficiente de la música y una técnica limitada. Estos efectos especiales tienen por objetivo aumentar el impacto sonoro y exacerbar los sentidos. El lec­tor puede concluir acertadamente que, con estos efectos, una banda de “rock” hará de su público lo que quiera...
• La guitarra está provista de una barra de distorsión de las cuer­das.
• El guitarrista utiliza pedales de distorsión, “fuzz”, “wah-wah”, etc., conectados entre la guitarra y el amplificador. Permiten “metali­zar”, triturar el sonido, prolongarlo, darle eco, transformarlo en un ruido de avión, de bombas (por ejemplo, en la “interpretación” del himno de los Estados Unidos por Jimmy Hendrix), etc.
• Puede también utilizarse un “bottle neck”, que es un cilindro de metal insertado en el dedo índice de la mano izquierda; permite resba­lar sobre las cuerdas; tiene una apariencia muy lejana a aquel de la gui­tarra hawaiana.
• Este volumen, a menudo sobrepasa, en conciertos o en los boli­ches, el límite que el oído humano puede soportar. Los “fans” del “rock” sufren frecuentemente de problemas auditivos irreversibles. En cuanto a los rockeros, el volumen les procura una impresión de poder, de invencibilidad y les permite crear un ambiente de violencia extrema.
• El guitarrista utiliza sistemáticamente un mediador (o plumilla), que sostiene entre el pulgar y el dedo índice de la mano derecha que le facilita el golpeado y trinos rápidos y prolongados.
• Una guitarra eléctrica se compone de un mástil más largo que aquel de la guitarra clásica, fijado sobre una caja muy recortada, que permitirá tocar notas extremadamente agudas. Además, para aumentar el placer, puede también producir efectos larsen.
• El solista, a menudo, no pasa directamente de una nota a otra sino progresivamente, distorsionando la cuerda; esto le permite tocar deliberadamente de arriba o abajo el acorde acompañante.
• El baterista puede electrificar su batería, así como también sintetizarla, esto es tocar una nota a cada golpe.
• El cantante necesita de un micrófono pegado a sus labios y conectado a un sistema que permita darle eco o profundidad a su voz.
• Unas luces deslumbrantes, sincronizadas con el ritmo, barren a la multitud, o descomponen los movimientos.
No evoco más que los efectos relacionados con la música: son elocuentes. Todos contribuyen a aumentar la excitación de los sentidos hasta el paroxismo.

Los textos

Es necesario hablar de los textos pues, como lo hemos visto, la música tiene una relación estrecha con el texto.
- Los temas más frecuentes son: la droga, la violencia y el sexo en todas sus formas, la rebelión contra el orden establecido.
- Su calidad, sin contar los “yeah”, los gritos, etc., oscila entre el horror y la nulidad, cuando no llegan a ser blasfemias. Si nuestros jóvenes comprendiesen estos textos en inglés, quizás reflexionarían un poco antes de escucharlos una segunda vez.
Si una música es tanto más bella cuanto traduce nobles sentimien­tos y está a la altura de los textos sagrados o de obras literarias, o sim­plemente de buen gusto (música folklórica), ¿no puede entonces dedu­cirse, de otro lado, que el “rock” y la vulgaridad van necesariamente a la par?
He aquí algunos ejemplos significativos de inspiración de rockeros: “Sympathy for the devil” (“Simpatía por el diablo” - Rolling Stones), “Lucy in the Sky with Diamonds” (L.S.D: droga; Beatles), “Brown sugar” (droga; The Doors), la canción “We are the champions" que tantas veces se escuchó en 1998 con ocasión de la victoria de Francia en la copa del mundo de fútbol, en realidad es el himno nacional del movimiento homosexual de los Estados Unidos.
Dead babies", “bebés muertos” de Alice Cooper, “Hell’s bells”, “Las campanas del infierno”, del grupo AC/DC, “El álbum blanco del diablo” con la canción “Revolution n° 9” (Beatles, 1968), “El sacrifi­cio más agradable a Satanás es matar a los bebés no bautizados” canta Black Sabbath en su disco “Sabbat sanglant”, el grupo Prince canta “Actuemos como si todos estuviéramos casados”, (el amor libre), etc. etc.
Los rock dichos “nacionales”, por supuesto, difunden las mismas perversiones: Charly García, considerado hoy en día Patrimonio Cultural Argentino (!) canta, por ejemplo: “Cambiaste de tiempo y de amor / Cambiaste de sexo y de Dios / Y en sensual abandono vendrá (droga) / Y lleva el caño a tu sien / bang, bang, bang” o “Un señor que yo conozco / Anda siempre con muchachos”, etc. etc.
Sería muy fácil llenar muchas páginas de citas repugnantes de los grupos más escuchados por la juventud.
Un tipo de música se adapta perfectamente a estos temas, y es uno sólo: el “rock”. La música clásica, durante el desarrollo de su historia, jamás se ha visto sometida a una depravación tal.
La belleza es “el esplendor de la verdad” (Aristóteles). Ahora bien, el “rock”, con distintos grados, es el vehículo musical privilegia­do de la mentira. Por lo tanto...

Un ejemplo de “rock”

Como lo habíamos hecho para la música clásica, veamos un poco más de cerca de qué está hecha una canción famosa de “rock”. Estudiemos “Vértigo", el reciente y enorme éxito del grupo irlandés U2, que no está entre los más decadentes.







 Una canción así deja un sabor amargo en la boca. Esta mezcla de violencia rítmica, de “acordes duros”, de un vago y malsano senti­miento religioso, es dañina. Traduce una profunda tristeza sin la espe­ranza de una verdadera liberación. Construida con los sempiternos estereotipos de la “rock music”, esta canción no tiene ningún valor musical.
El disco que contenía esta canción, me fue prestado por un alum­no... ¡de una de las escuelas de la Fraternidad San Pío X! He aquí lo que varios jóvenes nuestros escuchan, la música que ellos aman. Que los padres no se asombren si los resultados escolares y espirituales de sus hijos no están a la altura de sus esperanzas... Padres y educadores, ¡vigilen!
A decir verdad, nada es más fácil que componer una pieza de “rock”: modifiquen un poco cualquier melodía básica de una canción de “rock” clásica, añádanle tres acordes, un bajo lancinante, y sobre todo una percusión desenfrenada, sin olvidar unas palabras que nutran la violencia y la sensualidad o cuyo carácter extraño quiere aparentar­se al de la profundidad, agreguen unos cuantos “yeah” y otros borbo­rigmos, y repitan todo eso a un alto volumen. Hagan así durante tres o cuatro minutos hasta una brusca conclusión en un acorde de 7ª puntua­do por un aullido, a menos de que escojan no concluir, y entonces repi­tan diez veces cualquier cosa que quieran(5): habrán creado así una pieza de “rock” digna de ese nombre. ¿Digna de pertenecer al arte musical? Eso es menos seguro.
“Pero usted exagera, no todos los tipos de rock son así, muchos tienen una real calidad musical”. Responderemos ahora a esta obje­ción corriente.



(1). En la canción “Alter Bathing at Baxter ’s" el grupo Jefferson utiliza durante 9 minutos la misma secuencia de acordes.
(2).    Llamados de shuffle rock abundantemente usados por Chuk Berry en "Johnny be good”, “Roll over Beethoven” (¡sic!), etc.
(3). Desgraciadamente se pueden evocar también los cánticos progresistas de la nueva liturgia, cuyos efectos son más de contonearse que de rezar. “Yo nunca comprenderé por qué el clero, que posee este magnífico tesoro del canto gregoriano, tiene el mal gusto de utilizar otra cosa en sus iglesias”. El Alleluia de Taizé, por ejemplo, gran éxito internacional de la Iglesia conciliar, no tiene nada que ver, musicalmente hablando, con un Alleluia gregoriano. Ciertamente un estudio sobre este tema acabaría con conclusiones que no honrarían la liturgia progresista...
(4). “¿Quién nos hará ver los bienes verdaderos?” (Salmo 4, 61).
(5).    Como por ejemplo, “comete un chicle", repetido 32 veces por "Alcalá”, grupo argentino de cuarteto, forma de música también muy apreciada por los jóvenes actuales.


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