El Rock, Música de la
Revolución Anticristiana
Conferencia de
Mons. Richard Williamson
Jornadas de Humanidades 2006
La Reja - Pcia. de Buenos Aires
(Audio - 47' 26")
Dice Ovidio que Orfeo era capaz de
detener los ríos con su música. Mitología aparte, la música tiene un poder
extraordinario por ser un lenguaje con que el alma puede expresar lo que no
puede con palabras.
Las cosas creadas, como el alma humana,
tienen una naturaleza objetiva dada por Dios y existen en mutua armonía. El
pecado es una ofensa contra Dios que rechaza y perturba este equilibrio. Siendo
la música una de las expresiones más profundas del alma, no es asombroso comprobar
que tanto puede expresar objetivamente la alabanza al Creador como la rebeldía
revolucionaria. Por lo tanto tendrá esencialmente el mismo efecto en la mayoría
de los hombres de cualquier tiempo.
Así como en el hombre normal, las
facultades inferiores deben estar sometidas a las superiores, en la música del
Orden, el ritmo, que se dirige a los sentidos, debe estar subordinado a la
armonía, que habla al corazón, y ésta a la melodía, dirigida a la inteligencia.
En cambio en la música de la Revolución, en la música que rechaza la Armonía de
las Esferas, como el rock o cierto tipo de composición clásica de la que es
ejemplo la Apasionada de Beethoven, el ritmo prima o aún destruye a la armonía
y a la melodía. De esta forma, la música de la Revolución hará objetivamente
que el cuerpo se revele contra el espíritu y lo someta. Por eso incluir el rock
en la Liturgia de la Iglesia es una contradicción en los términos: no se puede
adorar a Dios con la música del desOrden y del pecado.
El hombre moderno, que rechaza los
límites establecidos por Dios, es esencialmente revolucionario y está
intentando generar un mundo global anticristiano. En ese proyecto, el rock
juega un papel muy importante debido a que la Política, la Religión y las
Artes, salen de las profundidades del alma y funcionan como un conjunto. En
época de revolución política, habrá también trastornos en la religión y en las
artes. Pero hay que advertir que el rock, expresión revolucionaria de las
clases populares, es consecuencia de una rebelión producida cien años antes,
cuando la aristocracia rechazó la Verdad y la Belleza, como puede verse en la
arriba mencionada sonata de Beethoven, en cuyo primer movimiento el ritmo
destruye la melodía como en una tempestad.
Los educadores, padres y maestros,
deben preguntarse qué clase de sociedad desean crear. Si se trata de un mundo
de desorden y rechazo de Dios el mejor medio es fomentar la música de la
revolución que impedirá a los educandos comprender la armonía de la Creación.
PAGINA CATOLICA
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