Marxismo Capitalista:
la Ortodoxia pública del Régimen
por Guillermo Rojas
En las
notas anteriores hemos dado un somero pantallazo y descripción de la tendencia
político cultural denominada progresismo y también describimos sus
implicancias en diferentes campos, resaltando el aporte realizado a esta
tendencia por el grupo de filósofos y sociólogos de! Instituto de Investigaciones
Sociales de Alemania comúnmente designado como Escuela de Frankfurt.
En
esta nota seguiremos viendo las implicancias políticas de este fenómeno v de
la influencia ejercida por la mencionada escuela neomarxista en el mundo
capitalista, tanto de la época de la posguerra y de la guerra fría, como en la
actual de la globalización unipolar. Finalmente extraeremos algunas
conclusiones útiles y aplicables a lo que ocurre en la actualidad en nuestro
anarquizado y declinante país.
Los Derechos Humanos
Nos
hemos referido ya a las teorías enunciadas por los popes de aquella Escuela y
las diversas utilidades que les dieran diferentes grupos y organizaciones de
inteligencia del imperialismo anglonorteamericano, para montar sus campañas
masivas de acción sicológica tanto sobre las poblaciones de sus propios países
como sobre las de las naciones de la periferia. La constante en esto reside en
el cambio cultural, la destrucción de los frenos morales, la disolución de la
familia como célula fundamental de la sociedad, etc. En definitiva el sembrado
de la anomia; con los objetivos de desarticular el cuerpo-social y aislar a los
individuos, con lo cual la dominación mediante campañas de acción sicológica se
hace más fácil. Para esa dominación no serán necesarios ejércitos. Con
centenares de “comunicadores sociales” bien pagos y los medios de comunicación
domesticados será suficiente.
En
las sociedades periféricas se emplearán técnicas de disolución de los poderes
del Estado, con la finalidad de desquiciar y descuartizar los mecanismos de
seguridad, defensa y administrativos, con la excusa de combatir los resabios de
dictaduras pasadas y democratizar al Estado y a la sociedad.
Esto
se ejecutaría mediante la aplicación de las elucubraciones referentes a la personalidad autoritaria (Hannah Arendt
y su libro “Orígenes del autoritarismo”), a la que ya nos hemos referido con
anterioridad, lo que produce instantáneamente el descrédito del principio de
autoridad, necesario para ejercer el poder en forma razonable. En la práctica
este tipo de planteamientos lleva a la parálisis del aparato del Estado por la
inhibición en el proceso de toma de decisiones. Mantener en esa situación a
determinadas naciones es importante pues, mientras esto ocurre, no hay ningún
tipo de reacción a la succión permanente de sus riquezas mediante los métodos usurarios
conocidos. De este modo se anula toda resistencia y la que se dice implementar
para ello, cuestionando el principio de autoridad, no hace más que reciclar el
problema.
Hannah Arendt. |
En
Argentina esto ha sido puesto en práctica mediante la denominada Doctrina de los Derechos Humanos,
implementada por juristas e intelectuales adictos o seguidores de los
filósofos de Frankfurt.
Lo
interesante es que dicha doctrina no tiene que ver con la vigencia de las
garantías individuales sino con una versión ideologizada de esos Derechos y
Garantías, que resulta interesante analizar en sus orígenes.
El sexo y la revolución sexual
Uno
de los leit motiv de la Escuela de Frankfurt
fue el de la liberación del erotismo, con lo cual se abría el camino de la tan
vapuleada revolución sexual. La década de los ‘60 se observó diariamente en
televisores, diarios, revistas y se escuchó por radio sobre las andanzas del
pensador y gurú de la contracultura y la
nueva izquierda Herbert Marcuse, al que ya hemos mencionado como un vulgar
agente de las oficinas de inteligencia norteamericana. Era la época en la que
el mundo occidental oía hablar de revolución desde el desayuno hasta la hora
de acostarse.
Este
personaje fue el máximo difusor de la cultura del erotismo y del sexo como elemento
revolucionario y contestatario de la moral tradicional (“Haz el amor, no la guerra”),
de manera tal que hasta el mismo Pablo VI lo identificara como un desaforado
difusor de la licencia sexual disfrazada con un barniz intelectual. Su libro Eros y Civilización se vendería por
millones de ejemplares, financiada su publicación por fundaciones
progresistas vinculadas a empresas multinacionales.
Pero
Marcuse iba más allá de lo meramente sexual en la cuestión de la liberación
del erotismo. Mediante la legitimación de la liberación del “eros filosófico”
condicionó a las personas para que se vieran como objetos determinados por “su
naturaleza".
Así,
las personas ya no eran importantes por el hecho de ser criaturas, hechas a imagen
y semejanza del Creador y con capacidad para influir sobre la civilización
humana. Se suplantó esto por la peregrina idea de que los hombres son
importantes por ser negro, mujer, homosexual, de izquierda o un luchador
popular y, consecuentemente, encontrarse supuestamente sometidos por el
sistema.
De
allí a elaborar la ideología de los derechos humanos, hubo sólo un paso. Se
determinará que los que deban tener esos derechos son los grupos sociales
definidos como oprimidos y solamente ellos.
Así
se deformaría la lícita protesta de los negros contra la segregación,
determinándose el nacimiento del “poder negro”, los reclamos por los derechos
civiles de las mujeres se trocarían en la “liberación femenina” o el “feminismo"
etc. Se determinó también que la perversión sexual tenia derechos inalienables
naciendo el ‘poder gay’, que dicho sea de paso tiene mucho más poder de lo que
se cree, tamo aquí como en otros países.
Esta
caracterización de los derechos humanos es la que impera, en forma francamente
patológica, en Argentina. Así los delincuentes gozarán de ilimitadas garantías
(sean terroristas o comunes), mientras aquellos que tratan de poner freno a
sus desbordes no tendrán ninguna, serán siempre represores portadores de una
mentalidad autoritaria que hay que erradicar.
Lo
mismo pasará con quienes reclamen mínimamente el cumplimiento de la ley. El
descrédito será esparcido sobre ellos desde los reductos de los ideólogos de
los derechos humanos, muchas veces ubicados en las máximas jerarquías del
Estado.
Así
se va construyendo un Estado paralítico que esparce la anomia sobre el cuerpo
social y la idea de que nada se puede hacer para restituir las cosas a su
quicio normal. Se opera la ruptura del sentido común y la dislocación de la sociedad.
Mientras tranquilamente se depreda la economía y las riquezas de la nación
sin que haya resistencia real ni orgánica ni desde el Estado impotente ni desde
la sociedad sometida a la imbecilización con todas estas teorías.
La narco-contracultura
Otro
de los hechos que se verificarán en la misma época de los ‘60 y que hoy en día
ha adquirido dimensión masiva es la narco- contracultura. Tal vez sorprendería
el saber cómo los organismos de inteligencia de los EE.UU., entre ellos la CIA
y el de la Marina, influyeron en la denominada era psicodélica.
Varios
de los integrantes de la Escuela de Frankfurt se inclinaban a las “experiencias
sensoriales” con drogas, justamente el “aura de la forma original de las cosas”
a la que se refiriera Walter Benjamín, es muy similar a la que estas adquieren
a través de la mirada de un intoxicado por narcóticos. Así parecía que las teorías
de estos filósofos y sociólogos se llevaban a la práctica por los miembros de
la contracultura como Allen Ginsberg, Ken Kesey o Kerouac con las bendiciones,
ayudas y financiamiento de usinas distribuidoras de la droga, como la Operación
MK-Ultra de la CIA, que distribuyera millones de dosis de LSD.
La
dominación de la sociedad, el control social, se planteaba ya desde las
substancias químicas. Nótese en la actualidad, el aumento geométrico que ha
sufrido la población de adictos a estas substancias, junto con el pútrido
negocio del narcotráfico y la erosión que esto produce en las juventudes, lo
que a su vez conduce, en definitiva, a la destrucción de familias enteras con
sus consiguientes consecuencias sobre la sociedad.
Uno
de los anexos de esa contracultura, que se esparce como una especie de plaga
sobre las sociedades de todos los países, es la del rock and roll, que ha
tornado a la música en un elemento seudo contestatario del sistema y que, al
mismo tiempo, opera el marketing de la droga. Precisamente, a través de los
famosos festivales de rock, es donde se induce el consumo masivo y gratuito de
drogas.
Justamente
Adorno sería uno de los partidarios de incentivar la revolución mediante la
música denominada atonal, cuyos acordes impelen - por un proceso psicológico-
a la revuelta. Creo que no hacen falta más referencias ante el espectáculo de
violencia, consumo de narcóticos y conductas enfermizas que se evidencian
tanto en los principales ídolos rock como en sus seguidores, protagonistas de
una rebelión sin propuestas alternativas, de una protesta contra el sistema
establecido mientras que, paradójicamente, las ediciones de sus obras corren
por cuenta de las empresas multinacionales y son aprovechados por empresarios
capitalistas, algunos de los cuales posan de seudo revolucionarios y
progresistas, como podría ocurrir en nuestro país con el conocido Daniel
Grinbank y el grupo Rock and Pop.
Algunas conclusiones
Podemos
decir, en conclusión, aunque muchas cosas quedan en el tintero, que las ideas
de la Escuela de Frankfurt, si bien en principio sirvieron al marxismo, hoy se
encuentran recicladas y al servicio del imperialismo globalizador.
Son
la base de sistemas de control social y de métodos de guerra sicopolítica que
se realizan contra las sociedades a las que se depreda económicamente, en
nuestro caso, mediante la estafa de la deuda externa.
Desde
hace 20 años, ese modo de ver el mundo y al hombre, es la ortodoxia publica que
impera en la política y la cultura de nuestra Nación. Es lo que se enseña en
las universidades, donde irónicamente se denomina “discurso dominante” al de la
cultura tradicional. Es lo que reina en los medios de comunicación, en los
colegios, en los discursos de los políticos. No dejan de ser -en el fondo- parte
de una gigantesca estafa política que pretende continuar a perpetuidad. Si
observamos la historia de estos últimos veinte años veremos que junto a este
discurso melifluo en defensa de los pobres, de combate contra el imperialismo
y la sociedad capitalista, la pobreza y la exclusión social han crecido
exponencialmente junto con la explotación y el robo de nuestras riquezas por parte
de los emisarios del poder internacional del dinero. Esa es la única realidad.
Lo demás son técnicas de dominación. Cuando estas fallan o la sociedad
agredida resiste, la alternativa para el imperialismo es la de la masacre en
defensa de la Democracia y los Derechos Humanos.
Patria
Argentina Nº 200, Julio 2004.