Frecuentemente
la música es fiel reflejo de la sociedad, sea porque se anticipa a las
tendencias del momento o porque las sigue.
Siempre ha
existido una música popular, ajustada a las características del momento; pero
la eclosión de conjuntos musicales que se produjo a mediados del S. XX, a
partir de los Beatles, era cosa totalmente desconocida.
El ambiente de
postguerra en los años cincuenta, cargado de frustración y hastío, predispuso
al florecimiento de nuevas tendencias musicales, entre las que sobresalía el
rock'n'roll, que atrajo el mayor número de adeptos por su estridencia y su
explosión rítmica. Era lo que faltaba para el aturdimiento de la mente y la
evasión de los espíritus.
Por su
agresividad pronto se identificó con la juventud en quien produjo un efecto de
liberación, de ruptura con el modo de vivir, con las normas morales y sociales,
todo esto precedido de la liberación sexual, como lo preconizaba Herbert
Marcuse.
La revolución
sexual fue el preludio de la revolución social, pues el sexo es un arma
poderosa para romper con las ataduras morales y generar una contracullura, o
sea, una nueva forma de vida que se asiente sobre valores opuestos a los
tradicionales.
Para Marcuse
esta contracultura significa la negación de la tutela y guía de la sociedad y
de la familia particularmente.
El barroco fue
el gran arte de la Contrarreforma en el S.XVII; el rock es hoy el arte de esta
contracultura, que ha dejado al hombre falto de defensas naturales, a merced
de siniestras manipulaciones a través de la música y el ruido que lo altera
física, psicológica y mentalmente.
Junto a esta
contracultura del rock, llegó el ingreso en el mundo de la droga con el que se
asocia estrechamente el alcohol, la promiscuidad sexual, el aborto y el SIDA.
Cualquiera puede
ser la teoría que pretenda explicar las causales de la aparición de este
fenómeno musical, lo cierto es que destruye los valores trascendentales del
cristianismo que resguardan a nuestros jóvenes, ya que significan un modo de
vida sana para toda la sociedad.
En medio del
estrépito de un país en derrumbe moral, no es nada sorprendente el aluvión
rockero que en forma de torrente de aguas servidas viene arrasando, como un
tsunami, con un importante segmento de nuestra juventud.
Cualquier
persona medianamente pensante, preocupada por la juventud del país, se estará
preguntando qué intereses se mueven detrás de tanto despliegue de difusión y
promoción, por todos los medios, convocando a miles de jóvenes a estos amontonamientos
llamados megafestivales, de dudosa catadura.
¿Serán sólo
intereses de ganancia asegurada?; o también, estará operando detrás de esto, la
carga perversa que desde sus orígenes arrastra esta música, manipulada en la
sombra por personajes u organizaciones con propuestas que no se publicitan,
pero que se revelan en los mensajes subliminales que se les hace llegar a los
jóvenes.
El rock nacional
(extraña denominación) con alguna característica propia, participa total y absolutamente
de la filosofía del rock'n’roll: parte de una concepción de vida sin
esperanza, anárquica y autodestructiva, para avanzar por un camino sin Dios,
sin valores trascendentes, inmersa en el submundo de la droga, de la
promiscuidad, el alcohol y la violencia; sin familia y sin modelos.
Herbert Marcuse |
Para que a nadie
le queden dudas y pueda pensar que estas afirmaciones son irreales e
infundadas, transcribo aquí, algunas letras rockeras en las que hay reiteradas
incitaciones al consumo de drogas y elogios a la homosexualidad, al sexo libre
y la violencia.
Estás buscando alguna religión/estás
buscando un incienso (droga).../ estás buscando un porro (marihuana) de papá. (Un
símbolo de paz, Charly García).
Si estás entre volver y no volver (a la
droga)/si ya metiste demasiado en tu nariz (cocaína)/..../(Cable
atierra, Fito Páez).
No quiero estudiar, ni ir a trabajar,
vivo al borde de la ciudad/me quiero volar, tengo que escapar... (Chico
marginado, M. Mateos).
Cambiaste de tiempo y de amor/
/cambiaste de sexo y de dios/.../y en sensual abandono vendrá (droga)/ /y
llevas el caño a tu sien/bang, bang, bang (Charly
García).
Se empezó a cansar/ y así probó algunas
pastillas/ se volvió a cansar/y no paró hasta la heroína / / dicen que un
ángel lo atrapó en el baño /...(Fito Páez).
Un señor que yo conozco/anda, siempre
con muchachos/../en un baño de Lavalle/...(obscenidad)/(Acuarela
homosexual, C. García).
Estos son los
modelos que se proponen a nuestros jóvenes a través del rock. Seguir con
ejemplos como estos sería interminable.
La conclusión de
este trabajo será una retrospección a Carmen de Patagones, considerando que
encaja perfectamente aquí.
No es una
referencia al hecho en sí, harto conocido, sino al tratamiento que le dieron
los "medios" y la casi totalidad de los analistas, que mientras se
rasgaban las vestiduras miraban para otro lado para no decir con claridad
cuáles fueron las verdaderas influencias que llevaron al joven a cometer el
delito.
Con el sensacionalismo característico de los medios argentinos, se dieron numerosas explicaciones, todas muy racionales, pero que esquivaban prolijamente el tema del rock y su nefasta influencia. Nada de esto era tenido en cuenta como hecho determinante de la tragedia.
Charly García destruyendo su guitarra. |
Con el sensacionalismo característico de los medios argentinos, se dieron numerosas explicaciones, todas muy racionales, pero que esquivaban prolijamente el tema del rock y su nefasta influencia. Nada de esto era tenido en cuenta como hecho determinante de la tragedia.
Se sabía que la
afición musical del joven había sido primeramente hacia un género de apología
al delito y que posteriormente había evolucionado hacia el denominado Satán
Rock, encarnado en Marilyn Manson. Su idolatría por este personaje de sexo indefinido
y declarado seguidor del demonio, evidente en la extraña vestimenta que
utilizaba (generalmente negra) y en las citas textuales de las canciones y
pensamientos de esta "estrella” del rock.
Algunos de sus
mensajes fueron: "Si alguien sabe el sentido de la vida, que lo
escriba". "La mentira la única felicidad".
¿Qué quería
decir con esto, este joven? Que los argentinos vamos por mal camino.
Y así terminó
silenciado y ridiculizado un aspecto importante del componente de este drama, que
mostró palmariamente la influencia destructora del rock en los jóvenes.
José
Eduardo Alonso
ExDirector del Conservatorio
Provincial de Música de Córdoba.
Córdoba, 8 de febrero de 2005.
Patria
Argentina,
Julio de 2005.