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viernes, 13 de septiembre de 2013

EL ROCK CONTRA LA IGLESIA. AHORA SIN DISFRACES




por Carlos Miralles
Revista Cabildo 2ª Época Nº 100, Mayo 1986.


En estos días vemos caer mu­chas máscaras. Ciertos males que se insinuaban se explicitan desembozadamente, dando razón tardíamente a quienes en su momento los advirtieran y denun­ciaran. La general desvergüenza hace que muchas cosas veladas afloren y se manifiesten, sin que la sociedad, cuyos reflejos están anestesiados o simplemente muertos, atine a defenderse. Así puede oírse tranquilamente por radio a los "eficientistas" decir por boca de Neustadt y sus subpro­ductos que es mejor ser una colonia próspera y no una nación soberana pobre, mientras consiguen en realidad que sigamos siendo una colonia miserable.
Igualmente se vio, semanas atrás, aparecer en varios y distantes kioscos de Capital y gran Buenos Aires una lujosa revista de rock española, el N° 147 de POPULAR 1, editada en Barcelona en septiembre de 1985 a todo color y con papel de primera cuya tapa anunciaba su tema central: "CRUZADA ROCK CONTRA LA IGLESIA", y adelantaba un "pensa­miento" de NINA HACEN —la auspi­ciada por Pacho O'Donnell— por de­más elocuente: Los caminos hacia Dios son infinitos, el único que no es válido es el de la religión católi­ca. La revista cuesta dos australes.
POPULAR 1 tiene como directora ejecutiva a una tal Bertha Yebra, quien presenta alborozada la nota de tapa, que consiste en una serie de re­portajes a Nina Hagen y a otros per­sonajes y conjuntos de rock cuyo común denominador es la blasfemia: Sangre cristiana, Ozzy, y un despo­jo humano cuyo nombre artístico es nada menos que Dios.
Y el lector se sumerge en la basura desordenada del artículo, que comienza con una llamada del demente autonombrado “Dios” a Bertha Yebra. Esta celebra el chiste: "Mi flipe fue total, cómo podía imaginar que un día hablaría con Dios. Y sin pen­sármelo dos veces me masturbé hasta la saciedad en honor del Dios, que posteriormente tendría el sumo placer de entrevistar". Transcribimos estas cositas pidiendo toda clase de perdo­nes, pero debemos saber de qué se trata, con quiénes nos enfrentamos. Esta es la "cultura rock". Esto se les da a nuestros jóvenes. Esto está a su alcance, en el kiosco de la esquina, por dos australes.
Para los “católicos abiertos”, sepan que Nina Hagen afirma: "Creo que la Iglesia es de las cosas que más jo­den el coco a las personas". Que Sangre Cristiana tiene como motivo de su escenario "un Cristo gigante calavérico con telarañas", y que sostienen: "La cuestión bíblica nos encanta, toda esta parafernalia nos atrae, la estética de la sangre, el sadomasoquismo". Que Ozzy Osbourne es "el cantante satánico por excelen­cia del heavy metal". Parece que el simpático Ozzy empezó con algo lla­mado Black Sabbath, que presenta­ba "una línea estética demoníaca". "Las cruces, la Biblia, cualquier signo cristiano servía..."Ozzy se destacaba por "su aluvión de ratas, murciélagos y gatos muertos en el escenario. En San Antonio, Tejas, en una ocasión un chico de la audiencia se presentó con una cabeza de buey muerto en su mano para que Ozzy le exorcizara". "Otra parte de su show constaba de lanzamiento al público de tripas, ojos, pedazo de intestino etc. etc., de diversos animales”.


Por cierto que de todos quien pare­ce llevarse las palmas es el imbécil blasfemo que se presenta como "Dios". Es ex-seminarista, y afirma que "si no hubiera estado vinculado a movimientos religiosos desde mi in­fancia y parte de mi juventud jamás hubiera podido escribir temas como Dinámica Vaticana y El Papa es Negro". De tales composiciones líricas se nos dan algunos versillos: "'No me mires tan altivo / has demostrado no ser el mejor / te lías con una idiota / con un engendro subnormal / te reías cuando mataste a Dios / te prefiero cuando mataste a Dios / te libraste cuando mataste a Dios". Y aquí no hay mensaje subliminal ni hay que andar preocupándose en pasar la cinta al revés. "No hay curas por la calle / ya no hay falsas piedades / la Iglesia está vencida / la Iglesia está podrida / cayeron altas torres / del gobierno de Roma / malditos fariseos / malditos proxenetas / el Papa ha muerto / el Papa es negro". Y no citaremos otro texto porque la blasfemia es demasiado horrible —se refiere directamente a Dios— y ya tenemos bastante.
El artículo viene con abundancia de ilustraciones, fotos pornográficas de este miserable en calzoncillos con una perdida —su compañera de dúo— que son una verdadera porquería. Y para tranquilidad de los progresistas, afirma el monstruo: "No me creo el caso de los curas buenos o revolucionarios".
Aquí tienen entonces un buen ejemplo de la "pastoral del rock". Lo único de positivo que puede surgir de esto es lo que decíamos al comienzo: caen las máscaras. No hay lugar a autoengaños complacientes, a pensar que todo pasará, que son buenos chicos un poco traviesos, que basta ser un curita canchero y piola para meterse al rock en el bolsillo de la campera clerical. Esto existe, y se publicita en revistas lujosas, con papel satinado, a todo color, que alguien se encarga de importar desde España a los seis meses y de distribuir por los kioscos de Buenos Aires. Como se importan puntualmente los bodrios obscenos y degradantes del destape postfranquista que se pasan por la TV oficial del alfonsinismo, para regocijo del mediopelaje cultural que por un momento, gracias a la barata excitación, consiguen olvidar que les va francamente mal y que compraron el buzón radical como buenos y adocenados consumidores de publicidad que son.
Frente a todo esto, y luego de la oración y de implorar el socorro sobrenatural, sólo nos queda tomar urgentemente conciencia de lo decisivo que resulta el campo cultural, y librar, con los medios de que dispongamos, la batalla en este terreno. Una batalla de largo aliento, de cada minuto, en la intimidad de la familia y de la amistad, y de nuestras propias almas. Sin ceder ni conceder. Por la Verdad, el Bien y la Belleza, que son Nombres de Dios.