por
Carlos Miralles
Revista
Cabildo 2ª Época Nº 100, Mayo 1986.
En estos días vemos caer muchas
máscaras. Ciertos males que se insinuaban se explicitan desembozadamente, dando
razón tardíamente a quienes en su momento los advirtieran y denunciaran. La
general desvergüenza hace que muchas cosas veladas afloren y se manifiesten,
sin que la sociedad, cuyos reflejos están anestesiados o simplemente muertos,
atine a defenderse. Así puede oírse tranquilamente por radio a los
"eficientistas" decir por boca de Neustadt y sus subproductos que es
mejor ser una colonia próspera y no una nación soberana pobre, mientras
consiguen en realidad que sigamos siendo una colonia miserable.
Igualmente se vio,
semanas atrás, aparecer en varios y distantes kioscos de Capital y gran Buenos
Aires una lujosa revista de rock española, el N°
147 de POPULAR 1, editada en Barcelona en septiembre de 1985 a todo color y con
papel de primera cuya tapa anunciaba su tema central: "CRUZADA ROCK CONTRA
LA IGLESIA", y adelantaba un "pensamiento" de NINA HACEN —la auspiciada
por Pacho O'Donnell— por demás elocuente: Los caminos hacia Dios son
infinitos, el único que no es válido es el de la religión católica. La revista
cuesta dos australes.
POPULAR 1 tiene como
directora ejecutiva a una tal Bertha Yebra, quien presenta alborozada la nota
de tapa, que consiste en una serie de reportajes a Nina Hagen y a otros personajes y conjuntos de rock cuyo común
denominador es la blasfemia: Sangre
cristiana, Ozzy, y un despojo
humano cuyo nombre artístico es nada menos que Dios.
Y el lector se sumerge
en la basura desordenada del artículo, que comienza con una llamada del demente
autonombrado “Dios” a Bertha Yebra. Esta celebra el chiste: "Mi flipe fue total,
cómo podía imaginar que un día hablaría con Dios. Y sin pensármelo dos veces
me masturbé hasta la saciedad en honor del Dios, que posteriormente tendría el
sumo placer de entrevistar". Transcribimos estas cositas pidiendo toda
clase de perdones, pero debemos saber de qué se trata, con quiénes nos
enfrentamos. Esta es la "cultura rock". Esto se les da a nuestros
jóvenes. Esto está a su alcance, en el kiosco de la esquina, por dos australes.
Para los “católicos
abiertos”, sepan que Nina Hagen afirma: "Creo que la Iglesia es de las
cosas que más joden el coco a las personas". Que Sangre Cristiana tiene
como motivo de su escenario "un Cristo gigante calavérico con
telarañas", y que sostienen: "La cuestión bíblica nos encanta, toda
esta parafernalia nos atrae, la estética de la sangre, el sadomasoquismo".
Que Ozzy Osbourne es "el cantante satánico por excelencia del heavy
metal". Parece que el simpático Ozzy empezó con algo llamado Black
Sabbath, que presentaba "una línea estética demoníaca". "Las
cruces, la Biblia, cualquier signo cristiano servía..."Ozzy se destacaba
por "su aluvión de ratas, murciélagos y gatos muertos en el escenario. En
San Antonio, Tejas, en una ocasión un chico de la audiencia se presentó con una
cabeza de buey muerto en su mano para que Ozzy le exorcizara". "Otra
parte de su show constaba de lanzamiento al público de tripas, ojos, pedazo de
intestino etc. etc., de diversos animales”.
Por cierto que de todos
quien parece llevarse las palmas es el imbécil blasfemo que se presenta como
"Dios". Es ex-seminarista, y afirma que "si no hubiera estado
vinculado a movimientos religiosos desde mi infancia y parte de mi juventud
jamás hubiera podido escribir temas como Dinámica Vaticana y El Papa es Negro".
De tales composiciones líricas se nos dan algunos versillos: "'No me mires
tan altivo / has demostrado no ser el mejor / te lías con una idiota / con un
engendro subnormal / te reías cuando mataste a Dios / te prefiero cuando mataste
a Dios / te libraste cuando mataste a Dios". Y aquí no hay mensaje subliminal
ni hay que andar preocupándose en pasar la cinta al revés. "No hay curas
por la calle / ya no hay falsas piedades / la Iglesia está vencida / la Iglesia
está podrida / cayeron altas torres / del gobierno de Roma / malditos fariseos
/ malditos proxenetas / el Papa ha muerto / el Papa es negro". Y no
citaremos otro texto porque la blasfemia es demasiado horrible —se refiere
directamente a Dios— y ya tenemos bastante.
El artículo viene con
abundancia de ilustraciones, fotos pornográficas de este miserable en
calzoncillos con una perdida —su compañera de dúo— que son una verdadera porquería.
Y para tranquilidad de los progresistas, afirma el monstruo: "No me creo
el caso de los curas buenos o revolucionarios".
Aquí tienen entonces un
buen ejemplo de la "pastoral del rock". Lo único de positivo que
puede surgir de esto es lo que decíamos al comienzo: caen las máscaras. No hay
lugar a autoengaños complacientes, a pensar que todo pasará, que son buenos chicos
un poco traviesos, que basta ser un curita canchero y piola para meterse al
rock en el bolsillo de la campera clerical. Esto existe, y se publicita en
revistas lujosas, con papel satinado, a todo color, que alguien se encarga de
importar desde España a los seis meses y de distribuir por los kioscos de
Buenos Aires. Como se importan puntualmente los bodrios obscenos y degradantes
del destape postfranquista que se pasan por la TV oficial del alfonsinismo,
para regocijo del mediopelaje cultural que por un momento, gracias a la barata
excitación, consiguen olvidar que les va francamente mal y que compraron el
buzón radical como buenos y adocenados consumidores de publicidad que son.
Frente a todo esto, y
luego de la oración y de implorar el socorro sobrenatural, sólo nos queda tomar
urgentemente conciencia de lo decisivo que resulta el campo cultural, y librar,
con los medios de que dispongamos, la batalla en este terreno. Una batalla de
largo aliento, de cada minuto, en la intimidad de la familia y de la amistad, y
de nuestras propias almas. Sin ceder ni conceder. Por la Verdad, el Bien y la
Belleza, que son Nombres de Dios.