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viernes, 11 de octubre de 2013

El experimento del periodista Martin Daubney

«El experimento que me convenció de que la pornografía es la mayor amenaza para los niños de hoy»





Muchos son los estudios que han demostrado las consecuencias nefastas que tiene la pornografía así como la influencia y el daño que está generando en la sociedad sobre todo tras la universalización de internet. Permite que en un solo golpe de click en cualquier hogar a cualquier hora se pueda consumir este tipo de material.
Vidas y matrimonios rotos, adicciones y la desnaturalización de la sexualidad son sólo algunos de los efectos que este fenómeno ha traído a la sociedad occidental como un tsunami. Una oleada que además tiene unas víctimas más vulnerables: los adolescentes.

Hacer público un drama del siglo XXI 

La rápida evolución de internet provoca que los padres vayan en todo momento a remolque de sus hijos en conocimientos en la red. Y su constante exposición a internet permite que puedan encontrarse o buscar este tipo de pornografía. Por ello, el experimento sociológico realizado por un periodista y presentador en Reino Unido llama mucho la atención y pone en evidencia lo que es ya un drama.
Martin Daubney es periodista y fue durante años editor de una revista masculina en la que aparecían mujeres con poca ropa. Cuando salió de ella prefirieron quitarles la poca ropa que quedaba. Sin embargo, su opinión sobre todo este mundo ha dado un vuelco de 180 grados. Ahora es un activista contra la pornografía.
El canal 4 británico le encargó un documental sobre la influencia de la pornografía en internet en los adolescentes y su influencia en su vida cotidiana. El documental le trastocó su vida y le abrió los ojos a una realidad a veces muy oculta pues además es padre de un niño pequeño.

Su experiencia tras realizar el documental

En el diario Daily Mail 
cuenta su experiencia tras este documental. “El experimento que me convenció de que la pornografía online es la mayor amenaza a la que se enfrentan los niños hoy en día”. Este es el titular que el mismo da.
Para la realización del documental acudió a un buen colegio del norte de Inglaterra, de gran reputación. Acudió n un aula de 20 alumnos de entre 13 y 14 años para asistir a una charla de educación sexual impartida por Johnny Hunt, quien va de centro en centro como invitado para hablar de sexo a los adolescentes.
“La mayoría de estos niños apenas habían llegado a la pubertad y algunos eran claramente aún niños”, relata Martin. Estuches con sus grupos favoritos, aparatos en los dientes, todo muy normal hasta que éstos empezaron a hablar.
 El ponente había pedido a los adolescentes que escribieran una lista alfabética con los términos sexuales que conocían. “Cuando Johnny escribió la lista en la pizarra resultó que el amplio conocimiento de los niños de los términos pornográficos no sólo era sorprendente sino que superaba al de los adultos que estaban en el aula, incluido el propio consultor de educación sexual”.

El periodista, horrorizado con las respuestas 

Los niños de 13 años hablaron de algunas prácticas sexuales auténticamente abominables. “Los adultos que asistían se mostraron incrédulos ante la idea no sólo de que existiera ese tipo de pornografía sino también de que un niño haya podido verlo”, cuenta el presentador del documental.
Martin cuenta horrorizado que “las respuestas de los niños eran impactantes”. La palabra de cada niño y niña en la lista era “anal” y los niños ya habían visto sodomía en videos pornográficos por internet.
Uno de los grandes problemas que observó el periodista es la desvirtualización de la sexualidad pues los adolescentes llegan a creer firmemente que la sexualidad es lo que se ve en la pornografía. Por ello, añade Martin Daubney en el artículo que “lo que ahora se considera ‘normal’ por los menores de 18 años es una visión completamente distorsionada de las relaciones sexuales y la forma en la que deben llevarse a cabo”. “Al final de la clase de una hora de duración estaba profundamente entristecido por lo que había presenciado”, afirma.

La influencia en los menores de edad 

Conmocionado por lo que había visto su conclusión aún en el aula es que “parecía como si toda expectativa sobre la sexualidad de los adolescentes había sido definida por lo que ven en la pornografía por internet. La conversación fue horrible”.
 Sin embargo, lo peor estaba aún por llegar. En el patio entrevistó a otro grupo de chicos y chicas de entre 14 y 15 años. Quería conocer qué habían visto a través de internet. Las respuestas dejaron a Martin en shock. Auténticas barbaridades completamente ilegales. “¿De dónde sacáis estas cosas?”, preguntó. De Facebook, respondieron ellos, sin que el periodista pudiera creerse lo que estaba oyendo. Lo tenían todo al alcance de la mano. Enlaces a la vista.
 Algunos niños sentían vergüenza y repulsión ante la pornografía pero otros se sentían orgullosos. Y es que estos vídeos horripilantes circulan de manera vertiginosa de unos teléfonos móviles a otros.

Los padres, demasiado confiados 

La investigación continuaba y de una encuesta más amplia se desprendía que más de un 80% de los adolescentes habían visto o veían pornografía. “Cuando les pregunté a los niños si había controles de los padres en internet en casa, todos ellos dijeron que no, que sus padres confiaban en ellos”.
La siguiente parte del documental era “cuál es el impacto de esta dieta constante de la depravación tiene en las actitudes de los niños” y si puede llegar  a “arruinar” sus notas o sus puestos de trabajo. “Lo que descubrí me dejó realmente impresionado y entristecido”, insistía Martin.
Él mismo quería saber qué hacer para proteger a su hijo de esta exposición a la pornografía. “Yo era escéptico de que el porno fuera tan perjudicial. En el pasado yo incluso defendía la pornografía en los debates universitarios y en la televisión (…) Pero lo que vi durante el rodaje del documental cambió mi opinión de la pornografía para siempre”.

Una adicción enfermiza

“Las verdaderas historias de chicos que conocí cuyas vidas habían sido absorbidas por la pornografía no sólo me conmovieron hasta las lágrimas sino que también me enfadó que esto esté sucediendo a nuestros hijos”.
 En su investigación constató que “había muchas vidas jóvenes seriamente arruinadas por una relación excesiva y poco saludable con la pornografía que puede empezar cuando tan sólo tienen 12 años”. De este modo, añade en su artículo que “nos enteramos que algunos habían perdido sus puestos de trabajo, otros tenían relaciones rotas, exámenes suspensos o se habían endeudado gravemente por el consumo de pornografía”.
 Pone como ejemplo a un joven de 19 años. Guapo, elocuente y aprendiz de electricista. La pornografía le dominaba tanto que ya era una obsesión y no podía mantener una relación estable con una chica pues sólo la veía como un objeto, como “en las películas porno”. Como este hay muchísimos más ejemplos.

Demostración científica 

Por ello, quiso saber si la pornografía podía tener influencia en el cerebro de los jóvenes y si creaba una adicción enfermiza. De este modo, se reunió con el doctor Valerie Voon, neurocientífico de la Universidad de Cambridge.
Éste realizó un estudio con personas que veían pornografía de manera compulsiva. Tras analizar sus cerebros la conclusión fue que “mostraron un claro paralelismo con las personas  con adicciones a sustancias” como la droga o el alcohol.
 La conclusión de Martin fue más allá: “si el porno es adictivo y dejamos que nuestros niños lo consuman libremente a través de internet es como dejar la heroína por toda la casa o una botella de vodka en la puerta de un colegio”.
 “En última instancia, la responsabilidad recae en nosotros, los padres. La edad de la inocencia ha terminado. Como muchos padres, temo que la infancia de mi hijo pueda ser llevada por la pornografía. Así que tenemos que luchar”.