De la Introducción del Autor:
Este libro trata en primer
término de la vida de Ernesto Guevara de la Serna desde su niñez hasta 1956.
Asimismo, y concediéndole más importancia que a lo puramente biográfico, bastante
conocido por lo demás, se examinan sus posiciones políticas y sus pensamientos,
estos últimos sin una delimitación temporal precisa o infranqueable.
Respecto de lo primero, no
caben dos enfoques diferentes. La existencia de este personaje fue lo que fue,
y el historiador debe narrarla, hasta donde la conozca, con la mayor exactitud
posible, sin apegarse a mitos, filias o fobias ideológicas. Por supuesto que el
cronista también tiene algún derecho a emitir su parecer sobre esos sucesos;
pero no entremezclándolo con ellos, de modo de confundir al lector.
Muy diversa es la consideración
de las ideas (religiosas, filosóficas, políticas, sociales, etc.) del
protagonista. Acá, además de la exposición, corresponde la crítica; esto es,
manifestar un juicio positivo o negativo acerca del valor de aquellas. Para lo
cual, el autor debe comenzar por fijar sus propios principios básicos, a fin de
que el lector sepa a qué atenerse. Por lo tanto, ya declaramos ser cristianos-católicos
en el plano religioso, seguidores del realismo metódico en el campo filosófico,
admiradores del pensamiento político clásico nacido en la tradición europea
occidental, y firmes militantes del nacionalismo defensivo argentino.
Como es evidente, tales
principios no sólo son contrarios, sino exactamente contradictorios con los que
sostuvo Ernesto Guevara de la Serna, ateo, inmanentista, marxista e
internacionalista definido. Luego, que sirva la presente advertencia de
notificación suficiente. Por manera tal que el lector no se sorprenda al
encontrarse con opiniones adversas a las emanadas del biografiado. Claro está
que unas y otras tratarán de ser expuestas con la correspondiente y respectiva
honestidad intelectual (que no “objetividad”, que sólo cabe ante los hechos).
De aquello no se infiere que
hayamos compuesto una biografía anti-Guevara. No. Más bien se podría decir que
es un estudio crítico o contra-mitología guevariana. Evidentemente, pues, no
será éste un libro más sobre “el Guerrillero Heroico” (denominación acordada
por la hagiografía cubana). Ni -y esto por simples razones temporales- un
relato sobre la muy respetable gestión militar del “Che Comandante”, toda vez
que acá nos despedimos de él en el puerto de Tuxpan, México, cuando se
embarcaba en el “Granma” hacia Cuba.
Entonces, surge una pregunta
evidente: ¿por qué nos ocupamos de una personalidad tan distante de nuestra
cosmovisión?
La respuesta también es obvia.
Porque, contrariando sus ideas igualitaristas, Ernesto Guevara de la Serna fue
un hombre entre mil, fuera de serie, un sujeto excepcional, digno del mejor de
los estudios que se pueda brindar a una figura humana peraltada. Su coraje
intachable y su voluntad acendrada, solos, merecen el más considerado examen.
Una segunda consideración surge
de la eventualidad de haber dado con la que entendemos que es una clave en la
vida del personaje. Aristócrata, aventurero y comunista. Los tres datos, en
diversa proporción, han sido reconocidos por la ingente bibliografía
relacionada con el caso. ¿Entonces: qué? ¿Dónde está la originalidad? En lo
siguiente. En primer término, sostenemos que los dos primeros factores son
hereditarios (la aristocracia, socialmente, desde ambos padres; el
aventurerismo, genéticamente, de sus abuelos paternos). En tanto que el
tercero, el ideológico, también fue recibido en el interior de la familia
materna. Empero, lo más peculiar viene después. El factor aristocrático incide
sobre el ideológico para configurar el “hombre nuevo” (“Haremos el hombre del
siglo XXI: nosotros mismos”). El aventurerismo, por extensión geográfica y
conexión ideológica, deviene en “internacionalismo”. Luego, el marxismo
originario, amalgamado con los otros dos elementos, genera el “guevarismo”, tan
peculiar, que no ha podido ser imitado por ningún émulo. Lo más interesante:
que tal fusión no adviene por mezcla sino por combinación.
Y, por fin, que dicho combinado
es dinámico y se fragua durante el acontecer juvenil del personaje. Motivo
suficiente para fijar los límites temporales de nuestra obra (1928-1956).
He ahí nuestra tesis. Tal el
análisis que intentaremos. Enrique Díaz Araujo.