«El
experimento que me convenció de que la pornografía es la mayor amenaza para los
niños de hoy»
Muchos son los estudios que han demostrado las consecuencias
nefastas que tiene la pornografía así como la influencia y el daño que
está generando en la sociedad sobre todo tras la universalización de internet.
Permite que en un solo golpe de click en cualquier hogar a cualquier hora se
pueda consumir este tipo de material.
Vidas y matrimonios rotos, adicciones y la
desnaturalización de la sexualidad son sólo algunos de los efectos que este
fenómeno ha traído a la sociedad occidental como un tsunami. Una oleada
que además tiene unas víctimas más vulnerables: los adolescentes.
Hacer público un drama del siglo XXI
La rápida evolución de internet provoca que los
padres vayan en todo momento a remolque de sus hijos en conocimientos en la
red. Y su constante exposición a internet permite que puedan encontrarse o
buscar este tipo de pornografía. Por ello, el experimento sociológico realizado
por un periodista y presentador en Reino Unido llama mucho la atención y pone
en evidencia lo que es ya un drama.
Martin Daubney es periodista y
fue durante años editor de una revista masculina en la que aparecían mujeres
con poca ropa. Cuando salió de ella prefirieron quitarles la poca ropa que
quedaba. Sin embargo, su opinión sobre todo este mundo ha dado un vuelco de 180
grados. Ahora es un activista contra la pornografía.
El canal 4 británico le encargó un documental
sobre la influencia de la pornografía en internet en los adolescentes y
su influencia en su vida cotidiana. El documental le
trastocó su vida y le abrió los ojos a una realidad a veces muy oculta pues
además es padre de un niño pequeño.
Su experiencia tras realizar el documental
En el diario Daily Mail cuenta su experiencia tras este documental. “El experimento que me convenció de que la pornografía online es la mayor amenaza a la que se enfrentan los niños hoy en día”. Este es el titular que el mismo da.
Para la realización del documental acudió a un
buen colegio del norte de Inglaterra, de gran reputación. Acudió n un aula de
20 alumnos de entre 13 y 14 años para asistir a una charla de educación
sexual impartida por Johnny Hunt, quien va de centro en centro como
invitado para hablar de sexo a los adolescentes.
“La mayoría de estos niños apenas habían
llegado a la pubertad y algunos eran claramente aún niños”, relata Martin.
Estuches con sus grupos favoritos, aparatos en los dientes, todo muy normal
hasta que éstos empezaron a hablar.
El ponente había pedido a los adolescentes
que escribieran una lista alfabética con los términos sexuales que conocían.
“Cuando Johnny escribió la lista en la pizarra resultó que el amplio
conocimiento de los niños de los términos pornográficos no sólo era
sorprendente sino que superaba al de los adultos que estaban en el aula,
incluido el propio consultor de educación sexual”.
El periodista, horrorizado con las respuestas
Los niños de 13 años hablaron de algunas
prácticas sexuales auténticamente abominables. “Los adultos que asistían se
mostraron incrédulos ante la idea no sólo de que existiera ese tipo de
pornografía sino también de que un niño haya podido verlo”, cuenta
el presentador del documental.
Martin cuenta horrorizado que “las respuestas
de los niños eran impactantes”. La palabra de cada niño y niña en la lista
era “anal” y los niños ya habían visto sodomía en videos pornográficos por
internet.
Uno de los grandes problemas que observó el
periodista es la desvirtualización de la sexualidad pues los adolescentes
llegan a creer firmemente que la sexualidad es lo que se ve en la pornografía.
Por ello, añade Martin Daubney en el artículo que “lo que ahora se considera
‘normal’ por los menores de 18 años es una visión completamente
distorsionada de las relaciones sexuales y la forma en la que deben
llevarse a cabo”. “Al final de la clase de una hora de duración estaba profundamente
entristecido por lo que había presenciado”, afirma.
La influencia en los menores de edad
Conmocionado por lo que había visto su
conclusión aún en el aula es que “parecía como si toda expectativa sobre la
sexualidad de los adolescentes había sido definida por lo que ven en la
pornografía por internet. La conversación fue horrible”.
Sin embargo, lo peor estaba aún por
llegar. En el patio entrevistó a otro grupo de chicos y chicas de entre 14 y 15
años. Quería conocer qué habían visto a través de internet. Las respuestas
dejaron a Martin en shock. Auténticas barbaridades completamente
ilegales. “¿De dónde sacáis estas cosas?”, preguntó. De Facebook,
respondieron ellos, sin que el periodista pudiera creerse lo que estaba oyendo.
Lo tenían todo al alcance de la mano. Enlaces a la vista.
Algunos niños sentían vergüenza y
repulsión ante la pornografía pero otros se sentían orgullosos. Y es que estos
vídeos horripilantes circulan de manera vertiginosa de unos teléfonos
móviles a otros.
Los padres, demasiado confiados
La investigación continuaba y de una encuesta
más amplia se desprendía que más de un 80% de los adolescentes habían visto o
veían pornografía. “Cuando les pregunté a los niños si había controles de los
padres en internet en casa, todos ellos dijeron que no, que sus padres
confiaban en ellos”.
La siguiente parte del documental era “cuál es
el impacto de esta dieta constante de la depravación tiene en las actitudes de
los niños” y si puede llegar a “arruinar” sus notas o sus puestos de
trabajo. “Lo que descubrí me dejó realmente impresionado y entristecido”,
insistía Martin.
Él mismo quería saber qué hacer para proteger a
su hijo de esta exposición a la pornografía. “Yo era escéptico de que el porno
fuera tan perjudicial. En el pasado yo incluso defendía la pornografía
en los debates universitarios y en la televisión (…) Pero lo que vi
durante el rodaje del documental cambió mi opinión de la pornografía para
siempre”.
Una adicción enfermiza
“Las verdaderas historias de chicos que
conocí cuyas vidas habían sido absorbidas por la pornografía no
sólo me conmovieron hasta las lágrimas sino que también me enfadó que esto esté
sucediendo a nuestros hijos”.
En su investigación constató que “había
muchas vidas jóvenes seriamente arruinadas por una relación excesiva y
poco saludable con la pornografía que puede empezar cuando tan sólo tienen 12
años”. De este modo, añade en su artículo que “nos enteramos que algunos habían
perdido sus puestos de trabajo, otros tenían relaciones rotas, exámenes suspensos
o se habían endeudado gravemente por el consumo de pornografía”.
Pone como ejemplo a un joven de 19 años.
Guapo, elocuente y aprendiz de electricista. La pornografía le dominaba tanto
que ya era una obsesión y no podía mantener una relación estable con una
chica pues sólo la veía como un objeto, como “en las películas porno”. Como
este hay muchísimos más ejemplos.
Demostración científica
Por ello, quiso saber si la pornografía podía
tener influencia en el cerebro de los jóvenes y si creaba una adicción enfermiza.
De este modo, se reunió con el doctor Valerie Voon, neurocientífico
de la Universidad de Cambridge.
Éste realizó un estudio con personas que veían
pornografía de manera compulsiva. Tras analizar sus cerebros la conclusión fue
que “mostraron un claro paralelismo con las personas con adicciones a
sustancias” como la droga o el alcohol.
La conclusión de Martin fue más allá: “si
el porno es adictivo y dejamos que nuestros niños lo consuman libremente a
través de internet es como dejar la heroína por toda la casa o
una botella de vodka en la puerta de un colegio”.
“En última instancia, la responsabilidad
recae en nosotros, los padres. La edad de la inocencia ha terminado. Como
muchos padres, temo que la infancia de mi hijo pueda ser llevada por la
pornografía. Así que tenemos que luchar”.