Por Mons. Richard Williamson
Eleison Comments 178 (11-XII-2010)
El argumento de los últimos
tres números de "Comentarios Eleison" (175 - 177), ha sido no más que
motivado por el pintor Francés Paul Gauguin (1848-1903), ya que él no es de
ninguna manera el peor de los artistas modernos. Dicho argumento no ha sido que
Dios existe, por lo que el arte moderno es mera tontería. Más bien el argumento
se centra en que el arte moderno es tontería, por lo tanto Dios existe. Existe
una importante diferencia aquí entre descender de la causa al efecto y ascender
del efecto a la causa.
Si parto de la existencia de
Dios como un hecho y razono desde ahí hasta, por ejemplo, la maldad del arte
moderno, la música moderna, las producciones modernas de ópera, etc.,
primeramente Dios y su existencia no son en sí probadas, y en segundo lugar su
religión puede parecer caer sobre nosotros como un cepo a nuestra libertad.
Ahora soy yo, y sea lo que yo sea, yo quiero ser libre de escoger el arte que
me gusta. Pero aquí viene el Policía de Tránsito supuestamente del Cielo ¿para
poner un cepo a esa libertad? ¡No, gracias!
Si por el contrario comienzo de
mi propia experiencia del arte moderno, estoy arrancando de lo que directamente
sé. Y si mi experiencia de esto es, honestamente, no satisfactoria - no es
necesariamente el caso, pero en caso de que así sea - entonces puedo comenzar a
cuestionarme por qué me siento tan intranquilo frente a aquellos artistas
modernos sumamente elogiados. Escucho nuevamente los elogios. Aún no estoy
convencido. ¿Por qué no? Porque el arte moderno es feo. Y ¿qué tiene de malo su
fealdad? Que carece de belleza. Y si continúo ascendiendo a través de la
belleza de, por ejemplo, paisajes o mujeres como se retratan en las piezas de
arte, a su belleza en la Naturaleza, a una armonía de partes que se entrelazan
a través de toda la creación, mis pensamientos, surgiendo de mi experiencia
personal, han hecho una ascensión importante hacia el Creador.
En este último caso El ya no
lleva semejanza al policía de tránsito con cepo para las llantas de nuestro
automóvil. Por el contrario, lejos de limitar nuestra libertad, parece dejarnos
a los seres humanos el libre albedrío para que proclamemos la fealdad por todos
lados y para que creemos un mundo sumido en el caos. Tal vez tiene la esperanza
de que la fealdad se torne lo suficientemente horrible como para hacernos
volver nuestros pensamientos hacia la Verdad y la Bondad. En este punto su
religión no parece más un cepo externo a nuestra libertad interna, sino una
ayuda de todo lo bueno que tengo en mí para liberarlo de todo lo malo, porque a
menos de que yo sea orgulloso tengo que admitir que no todo en mi interior está
bien ordenado y en armonía.
En aquel momento la gracia
sobrenatural ya no se concibe como una clase de policía que aplasta mi
naturaleza por detrás para controlar por fuerza cualquier cosa que yo haga. Por
el contrario me parece ser una muy buena amiga que, si lo deseo, permitirá que
lo mejor de mí se libere de lo peor, o por lo menos que luche por ello.
Una fuerza motriz detrás del
Vaticano II y de la religión Conciliar ¿no fue, y no es aún, el ampliamente
compartido sentido de que la Tradición Católica juega el papel de una clase de
policía insoportable, como si todos los impulsos naturales fuesen malos? Sí,
los impulsos de mi naturaleza caída son malos, pero existe necesariamente
bondad en nuestra naturaleza abajo del mal, y a esto bueno debe permitírsele
respirar, porque desde nuestro interior se sincroniza perfectamente con la
verdadera religión de Dios que viene desde fuera de nosotros. Si no, fabrico
una falsa religión a partir de mis malos impulsos - como el Vaticano II.
Kyrie eleison.