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viernes, 24 de julio de 2015

LA MUERTE DE UN GRAN COMPOSITOR DE MÚSICA PARA EL CINE


 James Horner (1953-2015)

Un mes atrás se produjo el accidente fatal que costó la vida a James Horner, uno de los más notables y prolíficos compositores de bandas musicales del cine contemporáneo. Horner era hijo del arquitecto, productor y director Harry Horner, quien de su Bohemia natal recaló en Hollywood trabajando a lo largo de décadas en el cine clásico (puede verse una muy buena película suya aquí).
  Las crónicas presentan a James Horner simplemente como “el compositor de Titanic y Avatar”, los dos más grandes éxitos de los últimos años, sin duda dos basuras cinematográficas pero que con el aporte sustancial de su música se han elevado en la consideración popular. Lo que casi ninguna reseña periodística menciona -¿casualidad?- es su aporte más valioso, dentro de sus muchísimas bandas sonoras, y es su trabajo magnífico para dos de las películas más a contracorriente de los últimos diez años, una de ellas para nosotros obra maestra absoluta, y la otra muy meritoria en cuanto al tema abordado. Nos referimos a “Apocalypto” (Mel Gibson, 2006) y “Cristiada” (Dean Wright, 2012). 



Los diarios mencionan varias de sus composiciones. Notoriamente casi todos omiten los nombres de 
dos de sus mejores aportes al cine.


La primera de ellas, de la cual puede leerse un análisis riguroso aquí, tiene el aporte de una música que está a la altura del desafío, tanto es así que a partir de varios motivos de la misma Horner elaboró después la banda sonora de “Avatar”. En cuanto a la segunda, reseñada muy bien acá, puede decirse que la música la eleva en momentos en que parece que la película pierde fuerza por la falta de talento de su director.
Ojalá que su aporte artístico, que ha contribuido notablemente en estas dos obras católicas, haya servido en su camino personal, a pesar de su colaboración con diversos proyectos en sentido contrario, y que Dios tenga misericordia de su alma.