Hace un tiempo
leí un interesante artículo de Belen Altuna publicado en El País (edición
País Vasco) llamado, El músico de Dios. Me
llamó poderosamente la atención el testimonio que ofrece la escritora de Cioran
sobre la música de Bach: “He dicho que Dios le debe todo a Bach. Sin
Bach, Dios sería un personaje de tercera clase. La música de Bach es la única
razón para pensar que el Universo no es un desastre total. Con Bach todo es
profundo, real, nada es fingido. El compositor nos inspira sentimientos que no
nos puede dar la literatura, porque Bach no tiene nada que ver con el lenguaje.
Sin Bach yo sería un perfecto nihilista”.
Entiendo
perfectamente -quién lo iba a decir- las palabras del genial y turbulento
rumano. Si sabré yo de sobra lo que Dios le debe y se obliga con Bach. Siempre
digo al que quiere oír o escuchar que llegué a Dios por el arte, al igual que
otros, llegan a Él por María, y otros, distintos pero hermanos, por la
conversión. Al final, todos los caminos conducen al Señor, todo es conversión a
la Verdad, que es Cristo, de una u otra manera. Sólo hace falta querer
buscarlo. Pero me gustaría decir, ya que llevo toda la mañana con la idea en la
cabeza y no deja centrarme en otras cosas, que si Dios le debe algo a
Bach -como señalaba caústica y turbulentamente el señor Cioran-, el genial
músico alemán, le debe a Dios, al Dios cristiano y católico hecho hombre,
al Dios de la misericordia y la Justicia (que no se olvide en estos miserables
y traidores tiempos de "misericodeo" la Justicia Divina), todo.
Le debe Todo. Todo es todo. A pesar de lo que magistralmente tallara José
Hierro en un milagroso poema: “Después de todo, todo ha sido
nada, a pesar de que un día lo fue todo. …”
Es imposible crear
y tener una cosmovisión del arte y la música de Bach sin un profundo
sentimiento cristiano que sostenga la mirada pura y sin una visión sobrenatural
de la vida y la muerte como la que poseía –y de qué manera lo poseía…- Bach.
Aquí no hay debate, ni porfía, la gallina es Dios, y el huevo, Bach. El Creador
es Dios, y Bach su criatura, una más de las exquisitamente elegidas para
enseñarnos en última instancia, su Rostro, su Belleza. Esto, el primero que lo
sabía y lo tenía claro y lo difumina sabiamente por toda su obra es el
mismo artista.
J.S Bach sin Dios no es nada. Bach sin Dios no es real. Bach sin Dios, sin el Dios cristiano hecho hombre, en palabras del propio Cioran, sería un triste y dolorido personaje de tercera clase. Lo que eleva y enaltece como un suspiro divino la inmortal y gloriosa música de Bach es la profunda fe y la insondable teología cristiana hecha Misterio que chorrea en cada una de las notas que compuso el artista.
J.S Bach sin Dios no es nada. Bach sin Dios no es real. Bach sin Dios, sin el Dios cristiano hecho hombre, en palabras del propio Cioran, sería un triste y dolorido personaje de tercera clase. Lo que eleva y enaltece como un suspiro divino la inmortal y gloriosa música de Bach es la profunda fe y la insondable teología cristiana hecha Misterio que chorrea en cada una de las notas que compuso el artista.
Nada más leer el
texto de Cioran se me vino como un rayo a la
mente este doloroso y lúcido fragmento del libro de La pequeña crónica de
Ana Magdalena Bach:
“Una vez entré
inesperadamente en su cuarto cuando estaba componiendo el solo de contralto ¡Oh
Gólgota!, de la pasión según San Mateo ¡Cómo me conmoví al ver su rostro, en
general tranquilo, fresco y colorado, de una palidez cenicienta y cubierto de
lágrimas! No me vio; volví a salir silenciosamente, me senté en la escalera,
ante la puerta de su cuarto, y lloré también. Los que oyen esa música, ¡qué
poco saben lo que costó! Sentía deseos de entrar y echarle las manos al cuello,
pero no me atreví. Había visto algo en su mirada que me produjo un sentimiento
de veneración. Nunca llegó a enterarse de que yo le había visto en el dolor de
la creación, pues eran momentos en los que sólo debía verle Dios".
Cioran no sabía de lo que hablaba. Da igual. Creo que Bach hubiese tomado las palabras de Cioran como una ofensa a su fe. Incluso con Bach, este hombre siempre fue "un perfecto nihilista", por no decir otra cosa. Solo a un gilipollas pretencioso, presumido y moña se le puede ocurrir afirmar que Bach no le debe nada a Dios. Bach..., que es uno de sus elegidos para mostrarnos una milésima parte de Su Gloria.