POR TOMÁS I.
GONZÁLEZ PONDAL
Si por alguna
razón hemos quedado atados a cadenas musicales dañinas (las que fueren),
conocidas las ataduras deben romperse y caminar hacia la liberación.
Mucha de la música
de hogaño es una directa apología al mundo de las tinieblas. Hace un tiempo lo
digo y lo repito aquí ahora: mientras las masas se sumergen en una
indiferencia atroz sobre el destino eterno de las almas y hasta en clara burla
de las postrimerías, sus grandes ídolos, por ejemplo, los rockeros, son
decididos adeptos de los espíritus infernales.
Un mes atrás ha
muerto Ozzy Osbourne, cuyo apodo fue, ni más ni menos: “El Príncipe de las
tinieblas”. Por si alguien no lo sabe, dicha expresión es reservada por
las Sagradas Escrituras exclusivamente para Satanás. El hombre de los
gritos feroces (¿cantante?) con enterísimo agrado portaba su apodo y así se
hacía llamar.
Me causa gracia
mirar en un matutino que una periodista gaste tinta hablando sobre el anglicanismo
de Osbourne, no solo porque el demonio está en la base de la herejía
protestante, sino porque el desequilibrado masticador de murciélagos,
derechamente practicaba el satanismo hasta en la elección de la silla en la que
se sentaba.
PONZOÑA DIABOLICA
Estos personajes
llamados rockeros, aclamados por el mundo y a los que se les distingue
concediéndoles estrellas de fama, más que cantantes son gargantas de Satán:
canalizan la ponzoña diabólica a través de hombres.
La referida
periodista pretende informar sobre el modo orante del desquiciado de los
alaridos que ha fallecido hace poco, sosteniendo: “habla con Dios en oración
siempre antes de cada actuación. Es de hecho así como cierra su
documental God Bless Ozzy.” Hay que decir que estos sujetos llaman
a Lucifer, dios, y no solo lo llaman así sino que lo tienen por su dios.
Osbourne llegó a
decir en su tema “Holy for Tonight”: "Ora por mí, padre, porque no
sé lo que hago. Soy un monstruo, sí, debes haberlo leído en las noticias. No sé
cómo empezó pero sé exactamente cómo acaba".
Mientras el
modernismo puso tremendas trabas al ascenso de las almas por el camino de la
perfección, esto es, la santidad, el satanismo extendió sus vías de acceso de
una manera pasmosa y para el descenso de las almas por los caminos de la
perdición. Por eso es tan fácil en estos días encontrar verdaderos satanistas y
tan difícil hallar verdaderos santos. Y, no deje de decirse: el modernismo
sirve y sirvió muy gustoso al satanismo.
No es casualidad
que el P. Corrado Balducci en su libro Adoradores del Diablo y Rock
Satánico, apunte contra la comunión en la mano modernista, la que, claro
está, le vino como anillo al dedo a los satanistas. ¡Ay de los malditos
indultos que desde 1969 se dan para permitir la aberración! ¡Ay de las
Conferencias Episcopales que vanguardistas sirvieron al demonio! ¡Ay de los
obispos que falsearon la misericordia permitiendo la aberración!:
“De ahora en adelante los profanadores endemoniados ya no necesitarán cumplir o hacer cumplir arriesgados ‘hurtos’ nocturnos; tendrán la eucaristía servida en la mano, y en bandeja de oro: serán los mismos sacerdotes los que se las ofrecerán” (Lumen, Buenos Aires, 2022, p. 84).
EXCITACIONES
La música moderna,
salvo excepciones, en su variada gama vehiculiza contenidos subversivos de todo
orden, y, vía melodía, no solo logra que penetre en la persona lo que expone la
letra de una forma fácil, sino que lo fija de modo singular por alguna
excitación determinada de determinada pasión: así las tristezas, las
nostalgias, los exabruptos, las sensualidades, las violencias, etc., se
desatan, al tiempo que fijan huellas especiales. Y, como agregado a lo
anterior, muchos incluyen mensajes estrictamente satánicos, a veces velados o a
veces muy directamente manifiestos.
Recuerdo las
palabras de Osbourne: “Un poder sobrenatural me utiliza para escribir
Rock and Roll. Espero no se trate del poder del Diablo, Satán, pero…”. El
difunto satanista se ve que no rehuía hablar de “sobrenatural”, de “poder del diablo”.
En la
revista Rolling Stone del 5 de mayo de 1977, Keith Richards
observó: “Con frecuencia los temas de los Stones nacían
espontáneamente, como una inspiración en una sesión de espiritismo. Al parecer
las melodías salían de ellos, en muchas ocasiones, cuando eran un médium
abierto y dócil”.
El experto en
demonología, el P. Balducci, en su libro Adoradores del Diablo y Rock
satánico, en referencia al grupo Black Sabbath (creado por Osbourne aunque
después lo dejó), trae las palabras de Regimbal: “Su música es designada como
‘satan rock’. Este grupo ha explorado deliberadamente todas las vetas del
ocultismo y del satanismo, desde la ‘misa negra’ hasta el sacrificio humano.
Sus álbumes incluyen numerosos símbolos ocultos y satánicos como el número 666
del anticristo. Ozzy Osbourne confiesa personalmente estar en estado de trance
cada vez que compone o se exhibe sobre el escenario. Su filosofía es de dejar
libre curso a la agresividad, el odio y los instintos homicidas de sus oyentes”
(Lumen, Buenos Aires, 2022, p. 210).
Algunos botones
más. El grupo AC/DC en el tema “Hell’s bells”, dice literalmente: “Mis amigos
también estarán allá, estoy en la carrera al infierno… Oye Satán, ya pagué mis
deudas, tocando en una banda de rock”. Al menos veintitrés de los títulos de
dicha banda son claramente satánicos. Comenta Balducci: “La noche del 18 de
febrero de 1980, luego de haber cantado las tres famosas canciones ‘Sin city’,
‘Rock ‘n’ Roll Damnation’ y ‘Highway to hell’, Bon Scott gritó al auditorio con
un gruñido demoníaco: ‘Invito a Satanás a reclamar mi alma, porque el
Infierno es la Tierra Prometida. Ahora cambio mi pasaje por un boleto de ‘solo
de ida’ al infierno. Esa misma noche moría a la edad de 33 años, luego de una
sobredosis y empalado en su guitarra” (ob. cit. p. 248). Iron Maiden
tiene un tema llamado “The number of the beast”, y “en dos estrofas se canta un
rito satánico con sacrificio” (ob. cit. p. 249).
En El Rock
and Roll y el culto de Satanás, el R.P. John O’Connor (O.P.), aporta: “El
grupo de Rock llamado Black Sabbath (Sábado Negro) ha sacado al mercado un
disco de larga duración que se titula ‘Sabbath Bloody Sabbath’ (‘Sábado,
sangriento sábado’). En realidad es una misa negra, una misa satánica, que
blasfema y profana la misa católica.” (Suplemento a Tradición Católica N°
34, p. 29).
EL MAL
San Pablo dirá en
su Carta a los Efesios: “También vosotros estabais muertos por vuestros
delitos y pecados, en los cuales en otro tiempo anduvisteis conforme al curso
de este mundo, conforme al príncipe de la autoridad del aire, el espíritu que
ahora obra en los hijos de la incredulidad” (2, 2).
Comentando este
pasaje, asevera el egregio y sabio Monseñor Satraubinger: “No se conoce el mal
en su naturaleza profunda y en todas sus consecuencias más que cuando se le
considera no como aislado en el mundo moral, como un vacío, una falta
en relación al bien, ni siquiera únicamente como el efecto de la corrupción de
la naturaleza humana, sino en su inevitable conexión con esta potencia de las
tinieblas, de que la revelación nos habla sin cesar, desde el principio del
Génesis hasta el fin de Apocalipsis.” Y veo una estrecha relación entre
esas potestades aéreas y los canales aéreos que se abrieron y se siguen
abriendo desde décadas pasadas, mediante los cuales llega a las personas
venenos como los que aquí expuse.
La patraña de la
referida música tiene más recursos: siendo satánica hasta la evidencia,
no es raro que se camufle y tenga defensores que sostengan que no es así, que
solo se trata de irrupciones artísticas que denotan simples catarsis. El
ángel que se disfraza de luz hizo tan extenso su disfraz que goza de defensores
que compraron gustosos la botarga.
https://www.laprensa.com.ar/Meras-gargantas-de-Satan-563487.note.aspx