Por Mons.
Williamson
COMENTARIOS ELEISON 123 (14
de noviembre del 2009)
Cuando un pueblo amurallado está siendo
atacado, y el enemigo está continuamente atacando una parte de esta muralla,
los habitantes deben continuar defendiendo esa parte de la muralla. Hoy en día
el enemigo de la humanidad, Satanás, está continuamente atacando a la verdadera
feminidad, porque sin verdaderas mujeres no pueden existir verdaderas madres,
ni una vida de familia verdadera, ni niños verdaderamente felices y por ende
tampoco seres humanos verdaderos. Ojala pudiera citar el testimonio completo de
otra ex feminista quien me escribió hace algunos meses para agradecerme por
"afirmar y sostener nuestra naturaleza verdadera como mujeres", de
acuerdo a como ahora ella lo percibe. Enseguida presento un escueto resumen de
su carta, que es considerada un clásico por su contenido:
Nacida a mediados de los años 60's, tuve
a un padre violento y abusivo, y no he contado con una figura paterna desde
entonces. Después de que el murió, cuando yo apenas tenía 14 años, rechacé mi
fe Católica y me alejé de la Iglesia - es difícil creer en un Dios de amor
cuando no eres amada por tus propios padres. Lejos de la Iglesia abracé al
feminismo radical y al paganismo, terminé por odiar los vestidos porque estos
eran descritos como una forma inferior de vestir a la que usaban los varones.
Me pregunto ¿de dónde saqué la idea de que las mujeres son débiles? Ahora
entiendo que las mujeres no son para nada débiles, sino que somos fuertes en
aspectos diferentes a los de los hombres.
Fui a la Universidad determinada a
demostrar que yo podía hacer cualquier cosa que un hombre podía hacer, pero en
mis próximos siete años como policía me di cuenta de que la agresividad y la
dominación requerida por aquel trabajo no se me daban naturalmente, y que nunca
podría ser tan fuerte físicamente como los hombres. Así es que equiparé
cualquier signo de feminidad en mí con debilidad. Al mismo tiempo, como
feminista radical, odiaba a los varones y deseaba no necesitar a ninguno de
ellos, y debido a toda esa basura feminista, casi no llegue a casarme. Pero al
llegar a los treinta y tantos me di cuenta de que corría el riesgo de quedarme
sola por el resto de mi vida, así es que decidí comenzar a salir con muchachos.
Poco tiempo después conocí a mi futuro esposo.
Cuando él me pidió que usara un vestido
porque era más atractivo, ¡exploté! Sin embargo, me lo probé únicamente para
darle gusto. Fue entonces que mi comportamiento empezó a cambiar lentamente, y
a medida que empecé a actuar y a sentirme más femenina, descubrí que me gustaba
sentirme así porque se sentía algo natural para mí. Cuando después de algún
tiempo nos casamos, mis prioridades cambiaron, y mucho deseaba quedarme en
casa. En el trabajo puedo imponerme pero no es algo que disfrute. Entiendo
perfectamente ahora que es normal para mí, como mujer, preferir no ser el
líder, porque esa es la manera en que Dios me diseñó. He pasado toda mi vida de
trabajo tratando de competir con hombres e intentando ser como ellos, y esto me
ha hecho infeliz y me ha orillado a sentirme fracasada porque por más que lo
intentaba, no soy como los hombres ni nunca podré serlo, porque no soy un
hombre.
Fue el amor de mi esposo que me permitió
después de 26 años, volver a la Iglesia, a regañadientes - ¡es que Dios me
llamaba! Allí encontré todo algo
diferente de cómo lo recordaba, y para empezar no estuve de acuerdo con la
postura de la Iglesia en todas las cuestiones que involucran a las mujeres.
Pero a medida de que leía más, mis ojos se abrieron y me di cuenta, entre otras
cosas, como la manera en que visto da forma a mis sentimientos e inclusive a mi
personalidad. Cuando me pongo vestidos o faldas me siento gentil y femenina,
más natural. Mi educación continua en las enseñanzas de la Iglesia, que incluye
las "Cartas del Rector", me ha ayudado a respetarme a mi misma como
mujer y no como un pseudo-varón. Es en detrimento de todos que el feminismo se
haya arraigado en nuestra cultura (Fin del testimonio).
Madre de Dios, por favor consigue para
nosotros hombres varoniles sin los cuales difícilmente tendremos mujeres
femeninas.
Kyrie eleison.