Mons. Richard Williamson
Comentario Eleison N°439 - 12 de
diciembre de 2015
Beethoven se eleva sobre la música de
hoy.
Sonatas de él, a escuchar a un joven
voy.
En dos meses
más, desde las 18:00 horas de la noche del Viernes 19 de Febrero hasta el
mediodía del Domingo 21 de Febrero, tendrá lugar aquí en Broadstairs una ráfaga
de tres días sobre la música de Beethoven. Un joven pianista estadounidense que
puede leer a la vista cualquiera de sus 32 sonatas para piano, y que ama a
todas ellas, cruzará el Atlántico para ejecutar algunas de ellas para nosotros,
aún no sabemos cuales.
Sin duda, él
ejecutará las tres grandes favoritas, Patética, Claro de Luna y Appassionata,
y Waldstein también, pero habrá tiempo para que él
analice y presente muchas otras. Por ahora no habrá un programa fijo para los
dos días. Habrá lugar para abundantes preguntas y discusión e improvisación. Un
cierto obispo también contribuirá al análisis de su compositor favorito con
cierta profundidad. El propósito de este fin de semana será el que los
participantes se lleven con ellos una comprensión que pueden no haber tenido
antes, de cómo la música clásica funciona y que es lo que hace de Beethoven, en
particular, uno de sus más famosos compositores.
Pero, alguien
objetará, ¿qué tiene que ver la música, especialmente la música revolucionaria,
con la defensa y propagación de la Fe católica? La respuesta aquí tiene que ser
breve. En primer lugar, que nadie desprecie la música. Ambos, la Iglesia
Católica y el Demonio, están agudamente conscientes que la música es un
lenguaje singularmente capaz de expresar y de dar forma a lo que sucede en el
alma humana y, por consiguiente, de influenciar la dirección que un alma está
tomando, hacia el Cielo (canto Gregoriano) o hacia el Infierno (¿no es que las
víctimas del reciente tiroteo en París estaban justo tomando parte en una
canción de rock que invocaba al Demonio?). Casi todo ser humano tiene alguna u
otra música en su alma, y esa música normalmente está profundamente arraigada,
para bien o para mal. Sería apenas una exageración decir que si un hombre no
tiene en él la música de su religión, tendrá en él la religión de su música,
por ejemplo la del Diablo. Los Católicos que se dan cuenta que la música que
aman no va mucho más allá del Pop o del Rock, podrían bien aprovechar la
oportunidad para llegar a manejar la música clásica, por vía de una estudiosa
ráfaga de Beethoven.
Ahora bien,
es verdad que hay una gran cantidad de música más elevada que Beethoven. Él
nació bajo el Antiguo Orden, 19 años antes de que la Revolución Francesa
estallara en 1789, pero murió 38 años más tarde cuando la época Revolucionaria
moderna estaba bien encaminada, en 1827, así que su vida montó a horcajadas esa
convulsión tremenda que él expresó musicalmente en un número de sus piezas
maestras, notablemente en la sonata para piano Appassionata y
en su Sinfonía Heroica, dedicada originalmente a ese héroe de la
Revolución, Napoleón Bonaparte. Sin embargo, cuanto la relativa serenidad de
las piezas maestras musicales previas a la Revolución está libre de su
agitación y disturbio Romántico, al mismo tiempo tanto más está alejada de
nuestro propio mundo de hoy que está marinado en la Revolución. Por
consiguiente, Beethoven puede hablar a las almas de hoy que encuentran poco o
ningún interés en la música de maestros anteriores a él. Tampoco es Beethoven
solamente Revolucionario. El poder único de sus piezas maestras más amadas deriva
de que su vino Romántico está contenido y organizado dentro de los cueros
clásicos que heredó de Haydn y Mozart.
Para darnos
una idea de números, por favor déjennos saber si usted planea asistir al fin de
semana de Beethoven. Fuera de estación, las pensiones locales deben tener
abundancia de piezas para pasar la noche. Y si los lectores masculinos
preferirían algo más directamente católico, que ellos se inscriban tan pronto
como posible para los Ejercicios Ignacianos a ser dados aquí por el Padre
Abraham y por mi entre las 18:00 horas del 26 de Diciembre y las 18:00 horas
del 31 de Diciembre.
Kyrie
eleison.