Hay veces en que los rockeros profesionales,
entre porro y porro, entre jeringa y vaso, entre video porno y otras obscenidades
que los ocupan, se detienen a hacer declaraciones donde se ponen sinceros y
deschavan sus propósitos, el motivo de su vida “musical”, de su dedicación al
rock (además de que se gana mucho dinero fácilmente).
Esta confesión que encontramos en un recorte
viejo de una revista llamada “Viva”, que edita el diario más vendido (en todos
los sentidos) de Argentina, Clarín, es por demás clara y demuestra que el
sujeto que la hizo sabe lo que hace. Pertenece a Adrián Dárgelos, líder de la
banda llamada “Babasónicos”, así en honor al degenerado gurú de la India Sai
Baba:
“Mi
tema es cómo introducir el cambio. Desde
el primer disco tratamos de introducir la idea de la subversión para el cambio.
En todo caso yo soy un subversivo de la cultura. Puedo parecer banal, pero
tengo una idea poco inocente. Creo que las canciones son gérmenes o virus que
fluyen sin restricción en la cultura masiva de los medios. Las canciones
transportan ideas, disfrazadas con palabras, y esas ideas se van internalizando”
(…)
“Yo creo que estoy en la transmisión de la
revolución. Hay un montón de carga política en mi obra y en mi discurso (…)
Mirá, en un momento yo me llegué a plantear que la revolución es el cambio para
esta estructura perimida de pensamiento judeocristiano racionalista
capitalista, pero de hecho eso está en decadencia. ¿Y si resulta que este
sistema cultural inventó la revolución como placebo, como una idea que ayuda a
no cambiar nada?
(…)
Pero
a lo que voy es que tal vez la forma de cambio sea mucho más trágica de lo que
entendemos por revolución, mucho más agresiva e inmanejable. Quiero decir que si uno entiende que la cultura es como un
organismo vivo, se la puede manipular. Si vos le metés ideas que parecen
aceptables y son caóticas…(…) las ideas que uno contrabandea pueden provocar
una disfunción en los sistemas entrópicos al cambiar estructuras de
pensamiento. Por eso, las canciones tienen
que contener determinados márgenes de incorrección moral que no sean burdos,
que estén en el subtexto de la canción, así en unos años la gente empieza a
pensar así. Eso es lo que hizo el rock en mí. Yo escuché canciones y unos años después ya pensaba como el rock me
había enseñado a pensar.
(…)
…no vendemos discos con el discurso
político; vendemos discos con música y dentro de esa música contrabandeamos
ideas subversivas. Sería muy naive
pensar que vamos a cambiar el mundo, pero algo hacemos…”
Y pensar que esta deplorable (en todos los sentidos) banda de rockeros
llegó a tocar en el teatro Colón, uno de los teatros líricos más importantes
del mundo. Sí, otra gran “obra” de la democracia…
Quizás para evitar parecerse a Liza
Minnelli, ahora el cantante
se dejó la barba. ¿Será un nuevo gurú?