Tal
dice Cervantes por boca de Sancho en el capítulo XXXIV de la segunda parte de
su inmortal novela, y aun antes, en el capítulo XXVIII de la primera parte,
escribía: «La música compone los ánimos descompuestos y alivia los trabajos
que nacen del espíritu.»
No
comprendo cómo hay gente que no le gusta la música, pues según Gabriel Marcel,
«las palabras mienten, pero la música dice la verdad, sólo la música».
Catalina
la Grande de Rusia no tenía ninguna sensibilidad musical, y como se daba
cuenta de su defecto se quejaba de él y en sus Memorias dice: «Todo depende del
organismo. La culpa es mía. Suspiro por oír y gozar de la música pero en vano.
Para mí no es más que un ruido. Deseo enviar a la asociación de médicos un premio
para quien invente un eficaz remedio contra la insensibilidad de los sonidos
armónicos.»
Napoleón
no era un gran melómano, ni mucho menos, aunque gustaba de algunas romanzas de
ópera que tarareaba, pero muy desafinadas. Un día, hablando con el compositor
Cherubini, le reprochaba la, según él, excesiva sonoridad de algunas de sus
composiciones, a lo que el músico respondió:
-Comprendido,
señor, vos preferís la música que no os impide pensar en los asuntos de Estado.
Bach,
a quien uno de sus admiradores le felicitaba, tras oír una pieza de órgano
interpretada por él, dijo simplemente:
-No
hay nada notable en ello. Todo lo que uno tiene que hacer es tocar las notas a
su debido tiempo y la música surge por sí misma.
El
mismo Bach tenía una idea sublime de la música que componía y así, en unas
Instrucciones a los alumnos sobre el modo de sonar el continuo, escribe: «Se
ha de producir una armonía eufórica para la gloria de Dios y el posible
disfrute de la mente y, como en toda música, su finis y su causa final no deben ser otros que la gloria de Dios y
el recreo de la mente. Si no se piensa en esto en verdad no hay música, sólo
gritos y estrépito.»
Personajes
como Nietzsche afirman que sin música la vida sería un error, y Robert Browning
dice que el que oye música siente que su soledad se puebla de repente; en
cambio Lawrence Durrell afirma que la música ha sido inventada para confirmar
la soledad humana.
José
María Iribarren narra que en cierta iglesia navarra y durante la misa mayor de
la feria unos gaiteros, al tiempo de alzar la Sagrada Forma, tocaron el trozo
de la Corte de faraón, cuya letra dice: «ay ba ay ba ay babilonio que mareo». Y
una amiga mía me dijo que en Camprodón oyó una vez en el momento solemne de la
elevación el brindis de La Traviata ejecutado por el órgano de la iglesia. El
propio Iribarren se escandaliza cuando dice: «En Uncastillo (provincia de
Zaragoza), hará veinte o veinticinco años, cantaban la misa con acompañamiento,
¿de qué diréis?, de guitarra. Y en cierto pueblo de Navarra, también. Me consta
el dato por quien fue testigo de ello...» ¿Qué diría ahora el escandalizado
señor Iribarren si viese que las ceremonias de algunas misas se ven amenizadas
no ya por guitarras sino por bandurrias, maracas, bongos y otros instrumentos
de igual calibre?
El
papa Pío X publicó un motu proprio
por el cual condenaba la música profana en las iglesias. El resultado fue que
se eliminaron las misas de Beethoven o Mozart, ofrendas del arte a Dios, para
ser sustituidas por las inanes y aburridas misas de Perosi. Hoy en día el
sacrificio de la misa es para muchos un sacrificio a la sensibilidad artística.
Confieso que debo hacer un esfuerzo para seguir mi misa dominical haciendo caso
omiso de las murgas en que están entreveradas. Que Dios me lo perdone, pero
creo que el Arte, así con mayúscula, es el mejor homenaje que podemos ofrecer a
la divinidad.
La
música amansa las fieras y produce en el ánimo una sensación de paz y de unión
con lo inefable.
Tras
un concierto de buena música los ánimos han reposado, la mente se ha aclarado,
la paz se ha apoderado de nuestros ánimos. Ya sé que alguien me dirá que en los
conciertos de rock el resultado es diverso; salvajadas, barrabasadas, drogas,
gritos, insultos... pero yo he hablado de música y no de ruido.
Carlos Fisas. Frases que
han hecho historia. Editorial Planeta.